PIERRE STAMBUL
Sábado 21 de febrero de 2015
ANTISEMITISMO
Hay un dicho bien establecido. ¿Criticas a Israel y el sionismo? ¡Eres un antisemita! ¿Un judío francés quiere poder “vivir su judaísmo”? Se le invita a hacer su “aliyá” y a aportar su granito de arena a la colonización de Palestina. Quieren machacarnos con que la historia de los judíos ha llegado a su fin y que Israel es su conclusión. Israel funciona como una herramienta para borrar la historia, la memoria, las lenguas, las tradiciones y las identidades judías. La política israelí no es solo criminal contra el pueblo palestino. Se pretende heredera de la historia judía cuando la traviste y traiciona. Pone deliberadamente en peligro a los judíos, donde quiera que se encuentren. Y los transforma en robots conminados a justificar lo injustificable.
Recordando un pasado reciente
La historia de los judíos franceses no tiene estrictamente nada que ver con Israel. Regularmente expoliados, masacrados o expulsados por diferentes reyes muy cristianos, los judíos adquirieron la ciudadanía francesa con el Abbé Grégoire durante la Revolución. Estos dos últimos siglos han estado marcados por una búsqueda de la ciudadanía y de la igualdad de derechos. El asunto Dreyfus reveló que si una parte de la sociedad francesa era antisemita, otra parte, finalmente mayoritaria, consideraba que el sobreseimiento y la rehabilitación de Dreyfus eran el objetivo de todas las personas que amaban la libertad y rechazaban el racismo. La historia de los judíos franceses ha estado marcada por su importante participación en la resistencia contra el nazismo y el régimen de Vichy y luego por la implicación de muchos de ellos en las luchas progresistas y/o anticoloniales. Los intelectuales judíos de entonces se llamaban Raymond Aubrac, Marc Bloch, Laurent Schwartz, Pierre Vidal-Naquet, Stéphane Hessel. Era una época en la que muchos judíos pensaban que su propia emancipación pasaba por la de todos y todas. Era una época en la que el racismo, el fascismo y el odio al otro eran considerados como abyecciones a combatir. Los niños judíos iban a la escuela pública, jamás se les habría ocurrido separarse de los demás en escuelas confesionales.
Hoy en Israel se esfuerzan por borrar la historia de los judíos en los diferentes países en los que han vivido. Si los judíos han sido considerados mucho tiempo por los antisemitas en Europa como parias inasimilables y si han sido perseguidos porque constituían un obstáculo a los nacionalismos enloquecidos que soñaban con sociedades étnicamente puras, jamás buscaron la separación sino al contrario la inserción en el interior de las sociedades en las que vivían.
Obligados a desertar
Hagamos un salto de varios años. A la cabeza de una gigantesca manifestación parisina, que se supone quiere denunciar el terrorismo, se encuentran tres criminales de guerra, Netanyahu, Lieberman y Bennet que acaban de destacar en la masacre de más de 2000 palestinos y palestinas (esencialmente civiles) en Gaza durante el verano de 2014. Aprovechándose de la emoción causada por el atentado antisemita de la Puerta de Vincennes, Netanyahu es autorizado (por el gobierno francés) a declarar a los judíos franceses que en Francia carecen de seguridad y que deben partir a su “verdadero” país, Israel.
De hecho, el sionismo jamás ha combatido el antisemitismo. Se ha alimentado siempre de él con un único objetivo: hacer inmigrar al máximo de judíos a Israel. Netanyahu no duda en poner en peligro a los judíos franceses. Hace de ellos extranjeros en su propio país, “turistas” que no han comprendido que su “patria” está en otra parte. Se les dice a los judíos franceses que son “traidores” (a la sola y única causa, la del Gran Israel del mar al Jordán) o cómplices. Francia ha sido siempre un fracaso para Israel: a penas 80 000 judíos han partido desde 1948 y una mitad de ellos ha vuelto. Entonces la propaganda se vuelve ensordecedora. Sin embargo, si hay un país donde los judíos están inseguros es en Israel, y será así mientras prosiga la destrucción de Palestina.
A la “alya” (ascenso) de los vivos hacia Israel se añade ahora la de los muertos. Las autoridades israelíes incitan vivamente a los judíos franceses a enterrar a sus allegados en Israel. Así, las víctimas de la matanza de la Puerta de Vincennes han sido inhumadas en el cementerio de Givat Shaul. Este “barrio” de Jerusalén, es el antiguo Deir Yassin, la aldea mártir de la guerra de 1948 en la que las milicias del Iurgun dirigidas por Menachem Begin masacraron a toda la población antes de que la aldea fuera, como tantas otras, borrada del mapa. ¡Qué símbolo!
Israel a la vanguardia de la islamofobia
Los judíos han vivido durante centenares de años en el mundo musulmán. Tras su expulsión de España en 1492, fueron incluso acogidos por el imperio otomano. Hoy Israel participa en la demonización de los árabes y de los musulmanes comportándose como alumno modelo del “choque de civilizaciones”. El racismo antiárabe y la islamofobia se expresan abiertamente, hay políticos que han hecho de ello lo fundamental de su oferta y los pasos a la acción son frecuentes. Los crímenes de masas como en Gaza o la multiplicación de las declaraciones racistas (para el rabino Rosen, los palestinos son amalecitas y la Torah autoriza que se les mate así como a sus mujeres, sus hijos, su ganado) dejarán huellas. ¿Cómo imaginar que el trato que se les da a los palestinos no tendrá consecuencias?
En Israel hay propagandistas que rivalizan en explicar que los judíos han vivido el infierno en el mundo musulmán, ocultando el hecho de que el antisemitismo ha sido ante todo una invención europea y cristiana. Los judíos orientales sufren en Israel discriminaciones sociales y un desprecio racista. A menudo han sido humillados y discriminados a su llegada. Son cortados de sus raíces y presionados para que renieguen de su identidad. La expulsión de los palestinos de 1948 es presentada como un “intercambio de población” cuando el sionismo es el principal responsable tanto de la Nakba como de la partida de los judíos orientales de sus países.
¿Qué hay de judío en Israel?
Los sionistas han teorizado que los judíos y los no judíos no pueden vivir juntos. Es totalmente contrario a todo lo que ha ocurrido durante centenares de años. Esto va en contra de la aspiración de los judíos a salir de sus guetos, de los mellah y de las juderías para convertirse en ciudadanos normales.
Los judíos religiosos que emigran a Israel raramente encontrarán allí la religión tal como ha sido practicada durante siglos. La corriente nacional-religiosa se ha impuesto. Esta corriente integrista ha revisado totalmente la religión. La expresión “pueblo elegido” nunca ha querido decir que tiene más derechos que los demás sino, al contrario, que tiene más deberes. Entre los preceptos, está el de que “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti” y “amarás al prójimo como a ti mismo”. “El año próximo en Jerusalén”, no ha sido jamás una expresión que quisiera decir que hay que hacer la limpieza étnica actual, sino “vivamente que venga el Mesías”. El hebreo ha sido siempre una lengua religiosa prohibida para el uso profano. La religión judía es una religión “del exilio”. La instalación en esta tierra (de Israel/Palestina) antes de la llegada del Mesías y a fortiori el establecimiento de un Estado judío estaban prohibidos. Por otra parte, los judíos expulsados de España en 1492 no fueron a Jerusalén. Herzl encontró una hostilidad casi unánime de los rabinos contra el proyecto sionista en cuanto planteó establecer un Estado judío en Palestina.
Para los judíos laicos, los valores dominantes de Israel son la antítesis de lo que son para ellos los valores del judaísmo. ¿Dónde se encuentra en la tradición judía el racismo, el chauvinismo, el militarismo, el negacionismo de la existencia y de la dignidad del otro? ¿Qué hay de común entre lo que han representado los grandes intelectuales judíos (Einstein, Freud, Arendt, Kafka, Benjamin…) y los criminales de guerra que dirigen Israel? ¿En qué se ha convertido en Israel la memoria de las y los que lucharon contra el fascismo y el colonialismo (Marek Edelman, Abraham Serfaty, Henri Curiel…)? ¿Qué herencia judía pueden invocar los colonos y los militares que justifican la violencia y los crímenes cometidos contra los palestinos?
Como escribe el historiador israelí Sholomo Sand a propósito del libro de Yakov Rabkin “Comprender el Estado de Israel”, “quien ve en el sionismo una continuación del judaísmo haría bien en leer este libro, Pero quien cree que el estado de Israel es un estado judío está obligado a leerlo”.
Algunos judíos piensan que tras el genocidio nazi, Israel es el último refugio. ¿En nombre de qué los dirigentes israelíes pueden enarbolar en todas partes el antisemitismo y el recuerdo del genocidio? Los sionistas no jugaron más que un papel marginal en la lucha contra el antisemitismo y la resistencia al nazismo. Algunos dirigentes sionistas tuvieron incluso un comportamiento vergonzoso durante el ascenso del fascismo (Ben Gurion con los acuerdos de Haavara, 1933) y en la época del exterminio (el grupo Stern asesinando soldados y dignatarios británicos). Cómo no comprender que la memoria del genocidio significa “que esto no vuelva a ocurrir” y no “que esto no NOS vuelva a ocurrir”, lo que corresponde a una visión tribal de la humanidad totalmente contraria a todas las formas de la herencia judía.
Rechazar la conminación y el miedo, rechazar todas las formas de racismo y de discriminación
Hay confrontaciones que tienen sentido: las luchas contra la opresión, la dominación, el colonialismo, por la igualdad de derechos. Se nos vende hoy una guerra que no es la nuestra: la de un mundo llamado “civilizado” contra el “terrorismo islámico”. En esta “guerra”, los musulmanes son considerados como terroristas en potencia y son conminados a “probar” que no son cómplices de Daesh.
Se conmina a los judíos a apoyar sin reservas una política israelí criminal contra los palestinos y suicida para los judíos.
Esta criminal huida hacia adelante se sostiene en el miedo. Este síndrome asegura el consenso hasta tal punto que un negociador palestino (el profesor Ablert Aghazarian) ha podido decir que los israelíes tienen miedo de dejar de tener miedo. Este miedo irracional ha ganado a muchos judíos franceses.
En el contexto del “choque de civilizaciones”, pretexto de los dominantes para ensangrentar el mundo, hay en Francia un ascenso general de todas las formas de racismo. Contrariamente a la imagen fabricada por los principales medios, el racismo golpea esencialmente a todos los “dominados”, todas las víctimas del apartheid social: árabes, negros, gitanos. Toma un nuevo aspecto escondiéndose detrás de la islamofobia. Como ya no es políticamente correcto decir “sucio árabe”, se demoniza el islam.
Hay también un indudable y detestable auge del antisemitismo. Pero las diferentes formas de racismo no son tratadas de la misma forma. Los dirigentes israelíes, y en Francia del CRIF (Consejo Representativo de las Instituciones Judías en Francia), participan activamente en la estigmatización de los musulmanes. Afirman contra toda evidencia que no hay más que un único racismo que denunciar (el antisemitismo) y que se está en vísperas de una nueva “noche de los cristales rotos” (la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, organizaciones nazis llevaron una serie de ataques contra la población y los bienes judíos en Alemania ndt). Hacen aparecer a los judíos como protegidos por el poder mientras la ideología de seguridad, las declaraciones de los principales dirigentes y el trabajo nauseabundo de pseudo intelectuales tienen en su objetivo una sola población declarada como peligrosa.
Los estereotipos antisemitas se alimentan también de la complicidad del CRIF con la política israelí y de la parcialidad evidente del poder. En el momento de las confusiones, la indignación legítima contra los crímenes israelíes hace subir el antisemitismo y algunos “colgados” atraídos por la violencia espantosa de Daesh cometen atentados criminales contra los judíos por ser judíos.
La lucha contra el racismo no puede ser dividida en partes. Elegir algunas “buenas” víctimas contra otras es la antítesis del combate antirracista. La política israelí y la negación total de los derechos del pueblo palestino no protegen en absoluto a los judíos. Al contrario. Para crear el israelí nuevo, ha sido preciso “matar al judío”, a quien pensaba que su emancipación pasaba por la de la humanidad.
Como dice el militante israelí anticolonialista Eitan Bronstein: “jamás seremos libres mientras no lo sean los palestinos”. Rechazando el tribalismo, los judíos franceses reafirmarán una historia de la que pueden estar orgullosos.
Es todos y todas juntos como hay que combatir contra todos los racismos, todas las estigmatizaciones, todas las discriminaciones. Es todos y todas juntos como hay que defender el derecho, tanto en Palestina como aquí.
Pierre Stambul es miembro de Unión Judía Francesa por la Paz
18/02/2015
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR