domingo, 29 de marzo de 2009
Los Defensores del Pueblo reclaman una carta de derechos sociales que garantice ingresos básicos
domingo, 15 de marzo de 2009
Enseñanzas de Brasil
domingo, 15 de marzo de 2009
Me parece que estamos ante dos ocasiones que requieren dos planes para la izquierda mundial, y en particular para la izquierda estadunidense. La primera ocasión es el corto plazo. El mundo se encuentra en una profunda depresión, que únicamente habrá de empeorar, por lo menos en el próximo o en los próximos dos años. El corto plazo inmediato es lo que le concierne a la mayoría de la gente que enfrenta el desempleo, un ingreso seriamente disminuido y en muchos casos el no contar con un lugar donde vivir. Si los movimientos de izquierda no cuentan con un plan para este corto plazo, no pueden conectarse en ningún modo significativo con la mayoría de la gente.
La segunda ocasión es la crisis estructural del capitalismo como sistema-mundo, que encara, en mi opinión, su defunción cierta en los próximos 20 o 40 años. Éste es el mediano plazo. Si la izquierda no cuenta con un plan para este mediano plazo, lo que remplace al capitalismo como sistema-mundo será algo peor, probablemente mucho peor que el terrible sistema en el que hemos vivido durante los cinco siglos previos.
Las dos ocasiones requieren tácticas diferentes, pero combinadas. ¿Cuál es nuestra situación en el corto plazo? Estados Unidos ha elegido a un presidente centrista, cuyas inclinaciones se hallan algo a la izquierda del centro. La izquierda, o la mayor parte de ella, votó por él por dos razones. La alternativa era peor –de hecho, mucho peor. Así que votamos por el mal menor. La segunda razón es que pensábamos que la elección de Obama le abriría espacio a los movimientos sociales de izquierda.
El problema que enfrenta la izquierda no es nuevo. Tales situaciones son la cuota estándar. Roosevelt en 1933, Attlee en 1945, Mitterrand en 1981, Mandela en 1994, Lula en 2002, fueron todos los Obamas de su tiempo y lugar. Y la lista podría expandirse al infinito. ¿Qué hace la izquierda cuando estas figuras decepcionan, como casi todas lo hacen, ya que todas son centristas, aunque sean de centroizquierda?
Desde mi punto de vista la única actitud sensata es aquella asumida por el enorme, poderoso y militante Movimiento de los sin Tierra (MST) en Brasil. El MST respaldó a Lula en 2002, y pese a que no cumplió lo que había prometido, respaldaron su relección en 2006. Lo hicieron con pleno conocimiento de las limitaciones de su gobierno porque la alternativa era, claramente, peor. Sin embargo, lo que también hicieron, fue mantener una presión constante sobre el gobierno –reuniéndose con él, denunciándolo públicamente cuando lo merecía y organizándose en el terreno contra sus fallas.
El MST sería un buen modelo para la izquierda estadunidense si tuviéramos algo comparable en términos de un movimiento social fuerte. No lo tenemos, pero eso no debería frenarnos de intentar confeccionar uno a partir de varios retazos, del mejor modo que podamos, como lo hace el MST —y presionar a Obama abierta, pública y duramente todo el tiempo, y por supuesto alabarlo cuando hace lo correcto. Lo que queremos de Obama no es la transformación social. Él tampoco quiere eso, ni está en posibilidad de ofrecernos eso. De él queremos medidas que minimicen el dolor y el sufrimiento de la mayoría de las personas, ahora. Eso sí lo puede hacer, y es ahí donde ejercer presión sobre él hace una diferencia.
El mediano plazo es bastante diferente. y aquí Obama es irrelevante, como son todos los otros gobiernos de centroizquierda. Lo que ocurre es la desintegración del capitalismo como sistema-mundo, no porque no pueda garantizar el bienestar de la vasta mayoría (nunca ha podido hacer eso) sino porque ya no puede asegurar que los capitalistas tengan la incesante acumulación de capital que es su raison d’être. Hemos arribado a un momento en que ni siquiera los capitalistas con mirada de más alcance ni sus oponentes (nosotros) estamos intentando preservar el sistema. Ambos intentamos establecer un nuevo sistema, pero por supuesto nosotros tenemos ideas muy diferentes, de hecho radicalmente opuestas, acerca de la naturaleza de un sistema así.
Dado que el sistema se ha apartado mucho de su equilibrio, se volvió caótico. Vemos alocadas fluctuaciones en todos los indicadores económicos usuales –los precios de las mercancías, el valor relativo de las divisas, los niveles impositivos reales, la cantidad de artículos producidos y comerciados. Debido a que nadie sabe dónde cambiarán estos indicadores, prácticamente de día a día, nada se puede planear con sensatez.
En tal situación, nadie está seguro de qué medidas serán mejores, no importa cuál sea su política. Esta confusión intelectual práctica se presta a que exista una demagogia desatada de todas clases. El sistema se está bifurcando, lo que significa que en 20 o 40 años habrá algún nuevo sistema, que creará orden a partir del caos, pero no sabremos qué sistema será éste.
¿Qué podemos hacer? Primero que nada, debemos estar claros de qué batalla se trata. Es una batalla entre el espíritu de Davos (en pos de un nuevo sistema que no es capitalismo pero que sin embargo es jerárquico, explotador y polarizante) y el espíritu de Porto Alegre (un nuevo sistema relativamente democrático y relativamente igualitario). No hay mal menor aquí. Es uno o el otro.
¿Qué nos queda hacer? Promover una claridad intelectual acerca de la opción fundamental. Luego organizarnos en miles de niveles y miles de modos para impulsar las cosas en la dirección correcta. El punto primordial es impulsar una desmercantilización de todo lo que podamos desmercantilizar. Lo segundo es experimentar con todos los tipos de nuevas estructuras que hagan más sentido en términos de justicia global y sanidad ecológica. Y la tercera cosa que debemos hacer es alentar un optimismo sobrio. Estamos muy lejos de tener la certeza de una victoria. Pero es posible.
Así que, resumiendo, trabajar en el corto plazo en minimizar el dolor, y en el mediano plazo en garantizar que emerja un nuevo sistema que sea mejor, no peor. Pero esto último tiene que hacerse sin triunfalismo y sabiendo que la lucha será tremendamente difícil.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
Públicado en elclarin.cl
viernes, 13 de marzo de 2009
MANIFIESTO PARA LA REFORMA DEL ART. 53 C) QUE SANCIONA A QUIENES AYUDEN SOLIDARIAMENTE A LAS PERSONAS EXTRANJERAS EN SITUACIÓN IRREGULAR.
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados de razón y conciencia, tienen el deber de comportarse fraternalmente los unos con los otros” (art. 1 Declaración Universal de los Derechos Humanos).
Uno de los deberes presente en todas las culturas, y en algunas, señal de su identidad, es el de la “hospitalidad”. Este deber ético, traducido incluso en forma de sanción cuando su omisión provoca riesgos para la integridad física del otro, está gravemente amenazado en España si prospera la anunciada reforma de la legislación de extranjería.
A la tendencia criminalizadora de la inmigración ilegal (considerar a la persona que quiere sobrevivir desplazándose por el planeta como un peligroso delincuente), se une ahora la de aplicar un marco sancionador a las personas que de manera solidaria ejercen el deber de la hospitalidad, colocando su comportamiento altruista como forma proscrita de”promoción de la permanencia ilegal en España”. Ello pone en automática situación de ilicitud a miles de personas que acompañan, hospedan en sus casas y apoyan a personas sin papeles. De este modo, ONG, Congregaciones religiosas y ciudadanos, que vienen ejerciendo el deber de acogida y la solidaridad para con las personas inmigrantes en situación de irregularidad administrativa, verían perseguida su actuación. Más aún: la reforma pretende ampararse en el silencio cómplice de los ciudadanos ante estos atropellos contra la dignidad humana y los derechos fundamentales.
En concreto, el art. 53 c) del Anteproyecto de modificación de la Ley de Extranjería sanciona como falta muy grave con la multa de 501 a 30.000 euros “a quien promueva la permanencia irregular en España de un extranjero. Se considera que se promueve la permanencia irregular cuando el extranjero dependa económicamente del infractor y se prolongue la estancia autorizada más allá del plazo legalmente previsto”.
Con el pretexto de proteger a los extranjeros sin papeles frente al abuso y las mafias, se incrementa exponencialmente su vulnerabilidad y se les priva de toda suerte de apoyo social solidario. Esta reforma legal tiene una enorme trascendencia ético-política: crea una norma que convierte en ilegal un principio-valor tan estructuralmente necesario en un Estado como es la solidaridad.
El objetivo de esta norma es intimidar a los ciudadanos españoles o extranjeros con papeles para que nieguen toda forma de apoyo a la persona en situación irregular y ésta se quede sin ningún tipo de ayuda, es decir, en la calle, sin comida, ni vestido, ni dinero, para que mediante la presión de esta situación de precariedad absoluta, vuelva a su país. Se olvida que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio” (art. 13 Declaración Universal del Derechos Humanos) y que “en caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo y disfrutar de él, en cualquier país” (art. 14 DUDH).
Ante esta situación, exponemos:
1.- Que hemos constatado, después de tantos años acogiendo y acompañando itinerarios vitales de personas en situación de extrema vulnerabilidad personal y social, el valor de la solidaridad y la convivencia en nuestros domicilios como forma concreta de expresión de corresponsabilidad humana y social con aquellos que no tienen los mínimos de supervivencia –casa, pan y trabajo-.
2.- Que una parte significativa de la responsabilidad de la miseria en que se hallan los pueblos de origen de quienes tiene que migrar a España está provocada por procesos históricos y políticas económicas y colonizadoras (y descolonizadoras) de los Estados del denominado Primer Mundo, que mantiene intereses en el sostenimiento de regímenes no transparentes ni democráticos en el Tercero (incluida, por cierto, la venta de armas y el tráfico de personas).
3.- Que el principio de solidaridad para con los más desheredados del mundo es un elemento ético de legitimación en una sociedad que se denomina democrática, que considera que los bienes de la tierra tienen un destino universal y que ni la propiedad ni las fronteras pueden tener un valor absoluto ante la miseria del prójimo y su derecho a sobrevivir.
4.- Que el Estado español pierde toda legitimidad ético-jurídica cuando legisla contra el contenido esencial de los Derechos Humanos, despoja de todo tipo de ayuda material a las personas en situación irregular y pretende intimidar con graves sanciones a quienes ejerzan la hospitalidad y el cuidado del otro.
Ante ello, con independencia de otras numerosas discrepancias, proponemos al Gobierno, en este punto concreto, como auténtico mínimo ético, que modifique el Anteproyecto en el sentido de incorporar al texto normativo la necesidad de “ánimo de lucro”en el infractor para que pueda ser sancionable.
PLATAFORMA “SALVEMOS LA HOSPITALIDAD”
Julián Carlos Ríos Martín. Profesor de universidad. Madrid
José Luis Segovia Bernabé. Profesor de universidad. Salamanca
María Dolores Rodríguez Pelaez. Ciudadana.
Miguel Santiago. Profesor de Instituto. Córdoba
Ramón Saez Valcárcel. Magistrado. Madrid
Daniel Izuzquiza. Sacerdote jesuita. Madrid
Pilar Sánchez Álvarez. Abogada. Madrid
Enrique Romá Romero. Veterinario. Alicante
Javier Baeza Atienza. Sacerdote. Madrid
Guillermo Toledo. Actor
Félix Pantoja García. Fiscal
Luis Guitarra. Cantautor. Madrid
Siro López. Artista. Madrid
Rafael Pascual Díez. Abogado. Madrid
Manuel Gallego Díaz. Profesor de Universidad. Madrid
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Nombre: Apellidos:
DNI/NIE:
Profesión:
Colectivo/Asociación, si procede:
Enviar firmas o correos electrónicos de adhesión a una de las dos direcciones:
Julián C. Ríos Martín - jrios@der.upcomillas.es
Manuel Gallego Díaz - mgallego@der.upcomillas.es
Universidad Comillas.
C/Alberto Aguilera nº 23.
Madrid.
¿Neo esclavitud?
La dimensión de la crisis y las cada vez mas que evidentes causas, han dejado paralizados a las víctimas que tendrán que pagarla.
¿Por qué no hay protesta social?
¿Seguimos sin enterarnos quién son los responsables? O simplemente creemos que estamos atados de pie y mano a bancos y toda la fauna de especuladores, con las deudas de hipotecas, tarjetas de créditos, préstamos para el coche y otros bienes que creemos imprescindibles para sobrevivir y si me apuran hasta las bragas que compramos con las tarjetas del Corte Inglés o de cualquier tienda o hipermercado que las ofrecen alegremente y nos apresuramos a obtener.
Simplemente tenemos deudas de por vida y hay que trabajar para pagarlas, como los trabajadores del caucho en lo profundo del Amazona, que siguen pagándoles con fichas y le venden los productos necesarios para apenas sobrevivir a precios desmesurados. De forma tal que jamás puede cancelar las deudas contraídas y si huyen son perseguidos por los patronos.
Y la pregunta es y si nos rebelamos ante tanta indecencia, que pasará? Nos embargaran hasta el futuro de hijos/as?
Pues nada, a seguir tragando y que sea la CEOE la que haga huelga para que aceptemos seguir pagando impuestos a un estado, que en nombre del bien común siempre pondrá por delante a los cuatro poderosos que extorsionan a los gobiernos e instituciones que supuestamente tiene que resguardar ese bien general. No protestemos ante los despidos baratos, las 70 hrs. semanales, que se privatice la sanidad, la educación, la seguridad etc.
Viva las caenas!!!