El IV Reich - Javier Camacho - Artículos de Opinión Diario digital Nueva Tribuna
Reformas estructurales, ajustes fiscales, rescates financieros, prima  de riesgo… Asistimos a un bombardeo intenso de conceptos técnicos  difícilmente comprensibles para la mayoría de la población, que esconden  tras el velo de los discursos mediáticos dominantes, una verdadera  intención de ocultación del significado real de esas medidas, que  configuran en realidad un ataque sin precedentes a la democracia y el  bienestar de los ciudadanos.
Estamos ante una situación de guerra implícita contra las  democracias, a través de la imposición de una serie de dogmas  neoliberales que consolidan el imperio de los mercados y el sometimiento  de los ciudadanos a las exigencias injustas y empobrecedoras de los  grandes agentes económico-financieros. La aplicación sistemática de una  política económica orientada a recuperar la tasa de beneficio del gran  capital transnacional, liderado por el sector financiero (que detenta el  control de la política y la economía internacional) se consolida a  través de la aplicación de una serie de medidas que persiguen tres  grandes objetivos, en la línea con la argumentación de David Harvey, que  enuncia como nuevo modelo de acumulación de capital, que denomina  “modelo de acumulación por desposesión”:
1. Modificar el reparto de la riqueza a través de medidas que  significan una transferencia de rentas desde el trabajo al capital:  reducción de los salarios a través de la aplicación de la Reforma  laboral y de la presión del desempleo sobre el poder de negociación de  los trabajadores; incremento de los impuestos indirectos que afectan más  negativamente a los que menos tienen; eliminación de mecanismos de  redistribución de rentas a través de una política fiscal regresiva que  reduce los impuestos para las rentas del capital.
2. Privatización de los servicios públicos, que significa un trasvase  de recursos hacia el sector privado, con la apertura de “nuevas  oportunidades de mercado” del que extraer beneficios, asumiendo la  gestión y explotación de servicios públicos, cuya principal finalidad no  es el de ofrecer la cobertura de una serie de necesidades básicas a la  población, sino de extraer un beneficio económico de dichas actividades.
3. Una transferencia de riqueza desde las naciones periféricas de  Europa Occidental hacia las potencias hegemónicas (Alemania) a través de  la imposición de unas políticas que responden al concepto de “ajuste  fiscal”, ya muy ensayadas en Latinoamérica en las décadas de los 80 y  90, impuestas por las grandes instituciones económicas supranacionales  (FMI, BCE, UE) que suponen un empobrecimiento progresivo de esos países a  través del mecanismo de la deuda, que consolida una desigualdad  creciente que limita la capacidad de estos países para crecer y  prosperar: intereses crecientes e impagables de la deuda que detrae  recursos necesarios para el mantenimiento de un Estado del bienestar que  genera una situación de círculo vicioso (menos ingresos fiscales, más  ajustes, más deuda…). Otras consecuencias de esas políticas es la  generación de flujos financieros desde la periferia hacia los países  centrales y el creciente deterioro de la economía productiva.
Una derivada especialmente grave de este proceso es que, para  llevarlo adelante, la democracia es prescindible, convirtiendo a los  gobiernos nacionales en títeres manejados por instituciones  supranacionales sin legitimidad democrática defensoras de los intereses  de los lobbys financieros internacionales, y que deciden medidas de  política económica lesivas para una mayoría de la población. A propósito  de esta cuestión, en España hemos tenido que asistir al espectáculo de  un presidente del gobierno reconociendo en sede parlamentaria que él  sólo hace lo que le mandan y que no tiene ninguna capacidad para ejercer  la soberanía nacional, sin que esa confesión merezca su dimisión,  aceptando de facto la condición de protectorado alemán del Estado  español.
El papel de Alemania en este proceso es también significativo, al  existir una coincidencia entre los intereses del gran capital financiero  transnacional y los intereses del Estado alemán (aunque a medio y largo  plazo es cuestionable los beneficios de la actual deriva neoliberal  para la ciudadanía de este país) pues las exigencias sobre los países  periféricos de Europa implican la defensa de los intereses de la banca  alemana, supone la aceleración de flujos financieros desde las  periferias hacia los países centroeuropeos, permite una financiación a  coste cero de su deuda y la destrucción de los tejidos económicos  productivos de posibles competidores en el mercado globalizado.
Por lo tanto, hoy estamos ya viviendo bajo el IV Reich alemán, pero  esta vez no son los “Panzer” los que avanzan por el territorio europeo  arrasando todo, sino que son las imposiciones de los poderes económicos  alemanes o a su servicio los que destruyen los débiles estados del  bienestar y dinamitan la cohesión social en nuestros países. Digámoslo  claro, hoy vuelve a ser Alemania, como en la década de los años 30 del  siglo pasado, el principal peligro para Europa, y ante esa realidad, hay  que reaccionar para evitar que la historia se repita.
La dignidad de los ciudadanos está en juego y los gobernantes,  elegidos democráticamente, se deben a sus ciudadanos y no a poderes  económicos impuestos por las élites políticas y financieras. Es por ello  que es necesario una actitud consciente que nos lleve a la denuncia y a  la rebelión respecto a esta situación, exigiendo a nuestros gobernantes  que lo primero es el bienestar y el futuro de los ciudadanos, y la  economía y la política deben ser instrumentos al servicio de esos  objetivos, y no fines en sí mismos para que los grandes poderes  económicos culminen el asalto al bienestar y a los derechos sociales y  políticos que tanto ha costado conseguir.
Vivimos en el seno de una Unión Europea y monetaria que es parte del  problema enunciado. Y sobre esto, es preciso hacerse una serie de  preguntas:
¿Qué sentido tiene pertenecer a una estructura política que se  sustenta sobre la desigualdad interna de sus miembros y que la  permanencia en ella significa el creciente distanciamiento de los  estándares de vida entre los ciudadanos de unos países y otros? ¿Qué  sentido tiene pertenecer a un club en el que reina la desconfianza entre  sus socios y se celebra como un triunfo la imposición de sacrificios y  sufrimiento extremos a la población de unos países que se definen como  vagos, corruptos, derrochadores e incapaces?
Una UE que no persiga la cohesión social, la convergencia social y  económica entre sus distintos territorios no es un proyecto viable, y  tampoco es útil. Nuestra permanencia en el euro, en estos momentos, nos  conduce al empobrecimiento y al sometimiento al IV Reich, el imperio  neoliberal financiarizado, en el que nuestra pobreza es la condición  ineludible para la prosperidad de otros, como demuestra la deriva  insoportable de Grecia, espejo que refleja nuestro futuro y, en gran  parte ya, nuestro presente.
LA CONSTITUCIÓN ACTUAL PROHÍBE BASES MILITARES EXTRANJERAS EN TERRITORIO 
NACIONAL – Carlos Castro Riera
                      -
                    
"la Constitución vigente, en su artículo 5, establece que: “El Ecuador es 
un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares 
extra...
Hace 3 horas
Coincido con el análisis, salvo en centrar el núcleo del fascismo en Alemania. El núcleo esta en la mas o menos 20 corporaciones que controlan la economía a nivel mundial y que han ido imponiendo sus políticas globalmente. En Alemania y Gran Bretaña se concentra parte de ese poder pero en Francia o España también los tememos, por mencionar solo países de a UE.
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