by  Tom  Burghardt
Agredecimientos; Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens 
Otro hito desalentador para EE.UU. y  la OTAN: el Consejo de Europa (CdE) publicó la semana pasada un  explosivo informe: “Tratamiento inhumano de la gente y tráfico ilegal de  órganos humanos en Kosovo”. 
El informe  acusa al ex jefe del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y actual  primer ministro, Hashim Thaçi, de ser “jefe de un grupo albano ‘similar a  la mafia’ responsable del contrabando de armas, drogas y órganos  humanos en Europa oriental”, reveló The Guardian. 
Según un  borrador de resolución aprobado por unanimidad el 16 de diciembre en  París, el Comité de Asuntos Legales y Derechos Humanos halló evidencia  convincente de desapariciones forzadas, tráfico de órganos, corrupción y  colusión entre bandas criminales y “círculos políticos” en Kosovo que  casualmente son estrechos aliados regionales de EE.UU. 
La  investigación fue iniciada por Dick Marty, relator especial de derechos  humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE), que  había realizado un examen exhaustivo en el año 2007 de los “vuelos  secretos” de la CIA en Europa. 
La  investigación de la PACE se reactivó después de que la ex fiscal jefe  del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (ICTY),  Carla Del Ponte, publicó ciertas afirmaciones en su memoria de 2008. 
Después de su  publicación, la señora Del Ponte fue despachada a Argentina por el  gobierno suizo como embajadora de su nación. Una vez que estuvo en ese  país, la ex favorita de EE.UU. especializada en impartir la “justicia”  del vencedor a los perdedores de la guerra de los Balcanes, fue  convenientemente silenciada. 
Una serie de  informes incriminatorios del Centro de Periodismo de Investigación  (CIR), de la Red de Información Investigadora sobre los Balcanes (BIRN) y  de la BBC, confirmó las afirmaciones de Del Ponte y llevó al Consejo a actuar. 
En un informe para la BBC,  el periodista de investigación Michael Montgomery averiguó que  oponentes políticos al ELK y prisioneros de guerra serbios “simplemente  desaparecieron sin dejar trazas” en una prisión secreta “en la localidad  fronteriza albana de Kukes”. 
Según fuentes que temían por sus vidas, incluyendo ex guerrilleros del ELK, la BBC,  reveló que los civiles desaparecidos “eran serbios y gitanos capturados  por soldados del ELK y ocultados a tropas de la OTAN. La fuente cree  que los cautivos fueron enviados a través de la frontera hacia Albania y  asesinados.” 
Con un eco extraño de prácticas nazis durante el período del Tercer Reich, el New York Times  informó de que los “cautivos” fueron “seleccionados” por su  conveniencia como donantes, teniendo en cuenta el sexo, edad, condición  de salud y origen étnico. “Oímos numerosas referencias a que los  cautivos no sólo fueron entregados, sino que también fueron ‘comprados’ y  ‘vendidos’”, dijo al Times el relator. 
“Algunos guardias dijeron a los investigadores”, informa el Times,  “que los cautivos comprendieron lo que estaba a punto de suceder e  ‘imploraron a sus aprehensores que tuvieran piedad de ellos y no los  despedazaran’”. 
La piedad, sin embargo, escaseaba en las filas del ELK. 
El informe  señala: “En cuanto se confirmaba que los cirujanos de trasplantes se  encontraban presentes y listos para operar, sacaban a los cautivos uno a  uno de la ‘casa segura’, eran ejecutados sumariamente por un pistolero  del ELK y sus cadáveres se transportaban rápidamente la clínica de  operaciónes”. 
Una vez que a  las víctimas les extraían los órganos, éstos se subastaban al mejos  postor y después los comercializaba una red global de traficantes que  todavía opera en la actualidad. 
La ex fiscal afirmó además, informó The Guardian,  de que “se le impidió investigar a altos oficiales del ELK” los cuales,  afirmó, “hicieron pasar clandestinamente a serbios cautivos a través de  la frontera hacia Albania, donde recolectaban sus órganos”. 
En un caso  clásico de encubrimiento de crímenes de matones de bajo nivel para  proteger a criminales más poderosos, Del Ponte acusó de que la evidencia  forense reunida por investigadores del ICTY en una de las casas de la  muerte en el norte de Albania se destruyó en La Haya. 
Red Internacional 
Sin embargo  este activo comercio clandestino no terminó en 1999, cuando la provincia  separatista serbia fue ocupada por tropas de la OTAN; al contrario, las  operaciones se expandieron y se hicieron aún más rentables cuando  Kosovo se convirtió en un protectorado de EE.UU. 
En los  hechos, un juicio que tiene lugar en Pristina ha revelado que “rusos,  moldavos, kazajos y turcos desesperados fueron atraídos a la capital  ‘con la falsa promesa de pago’ por sus riñones”, informó The Guardian. 
Era una “industria en expansión” que se alimentaba de la miseria humana. Según The Guardian,  los clientes “pagaban hasta 90.000 euros por los riñones en el mercado  negro que incluía pacientes de Canadá, Alemania, Polonia e Israel”, dijo  el fiscal de la UE Jonathan Ratel al periódico británico. 
Los “donantes”, sin embargo, se quedaban con las manos vacías y felices de escapar vivos. 
En el centro  del escándalo está la clínica Medicus. Ubicada a unos 10 kilómetros del  centro de Pristina, supuestamente fundada por el urólogo del hospital de  la universidad, el doctor Lutfi Dervishi, y un ex secretario permanente  de la salud, afirman los fiscales, suministró a la clínica una licencia  falsa para operar. 
Dos de los acusados, reveló The Guardian,  “son fugitivos buscados por Interpol: Moshe Harel, un israelí del que  se dice que apareó donantes con receptores, y Yusuf Sonmez, tal vez el  traficante de órganos más conocido del mundo”. 
Los fiscales  creen que Harel y Sonmez son los cerebros tras Medicus y que Shaip Muja,  un ex “comandante médico” del ELK, basado en Albania, puede haber  supervisado las operaciones en la “clínica”. 
Muja sigue  siendo un cercano confidente de Thaçi y, en un giro macabro, es  actualmente “consejero político en la oficina del primer ministro, con  responsabilidad en el ámbito de la salud”, informa The Guardian. 
Los  investigadores afirmaron que habían “descubierto numerosos indicios  convergentes del papel central de Muja [en] redes internacionales que  incluyen a traficantes de seres humanos, intermediarios de  procedimientos quirúrgicos ilícitos y otros perpetradores del crimen  organizado”, 
Aparte de  llenar los bolsillos de criminales albanos, israelíes y turcos que  dirigían la horrorosa red de tráfico, ¿a qué otros intereses podría  haber servido también el encubrimiento de estos horribles crímenes? 
Un Estado gánster, ¿pero cuál? 
El velo de  secreto que rodea las atrocidades del ELK no podría haber llegado a ser  tan completo sin la intervención de protagonistas poderosos, en  particular de las elites políticas y militares en Alemania y EE.UU. que  habían conspirado con gángsteres locales, rebautizados como  “combatientes por la libertad”, durante el despedazamiento de  Yugoslavia. 
Como en  Albania años antes de la aventura de la OTAN en Kosovo, se permitió que  prosperaran las actividades criminales organizadas y “que prosperara el  comercio de narcóticos y armas”, escribió Michel Chossudovsky, porque  “Occidente hizo la vista gorda”. 
Esas amplias entregas de armas fueron  tácitamente permitidas por las potencias occidentales por motivos  geopolíticos: tanto Washington como Bonn habían favorecido (aunque no  oficialmente) la idea de una ‘Gran Albania’ incluyendo a Albania, Kosovo  y partes de Macedonia. No es sorprendente que haya habido un ‘silencio  ensordecedor’ por parte de los medios internacionales respecto al  tráfico de armas y drogas en Kosovo. (The Criminalization of Albania, en Masters of the Universe? NATO's Balkan Crusade, ed. Tariq Ali, London: Verso, 2000, pp. 299-300)
Las  consecuencias de ese “silencio ensordecedor” siguen prevaleciendo en la  actualidad. Tanto en términos de la miseria y del empobrecimiento  impuestos a los ciudadanos de Kosovo por el saqueo de su propiedad  social, particularmente por la privatización generalizada de su riqueza  mineral provocada por las “reformas” económicas del FMI, como por la  cobertura política otorgada al régimen gánster de Pristina por EE.UU. 
A lo largo de  los años, desde entonces la “vista gorda” de la OTAN se ha convertido  en algo más siniestro: la complicidad descarada con sus protegidos en  los Balcanes. 
Acusando  virtualmente al ICTY de darse por vencido bajo la presión política de  los estadounidenses, el informe de la PACE señala que “el ICTY, que  había comenzado a realizar un examen inicial en el terreno para  establecer la existencia de indicios de un posible tráfico de órganos,  abandonó la investigación”. 
“Los elementos de evidencia tomados en  Rripe, Albania,” durante esa investigación inicial, escribieron los  investigadores, “fueron destruidos y por ello no se pueden utilizar para  análisis más detallados. No se realizó una investigación subsiguiente  de un caso que, a pesar de todo, es considerado suficientemente serio  por la ex fiscal del ICTY para que considere necesario presentarlo a la  atención pública en su libro.” 
No es  demasiado sorprendente, considerando que el ICTY fue creado por  insistencia del gobierno de Clinton precisamente como un martillo para  castigar a enemigos oficiales de EE.UU. 
Saludado, con  pocas excepciones, como un organismo objetivo por los facilitadores  mediáticos del proyecto imperial de EE.UU. mientras perseguía  implacablemente a presuntos criminales de guerra serbios –los perdedores  en la conflagración de una década de duración– ignoró con esmero a las  fuerzas que actuaron por encargo, incluido el ELK, bajo el control  operativo de agencias de inteligencia alemanas y estadounidenses. 
El informe  aseguraba que el tráfico de órganos humanos sólo formó una parte de una  red más amplia de crimen y corrupción, y que los asesinatos, la trata de  mujeres, el control de la distribución global de narcóticos y las redes  de lavado de dinero fueron un procedimiento estándar de operación de  Thaçi y otros miembros del “grupo Drenica”, las ‘viudas negras’ en el  centro de la telaraña del ELK. 
Por su parte  Thaçi ha calificado de “difamatorio” el informe de la PACE y el gobierno  de Kosovo ha repudiado las conclusiones del Consejo y afirma que las  acusaciones “no se basaron en hechos y se interpretaron para dañar la  imagen de Kosovo y la guerra del Ejército de Liberación de Kosovo”. 
Aunque las  tergiversaciones del gobierno de Kosovo pueden descartarse fácilmente,  el papel de la Casa Blanca en el encubrimiento de los crímenes de su  régimen cliente debería haber provocado un escándalo importante. El  hecho de que no haya sucedido revela cuán bajo caen los propios  intereses venales de Washington para impedir que este sórdido affaire sea más conocido.
Es muy  probable que Thaçi haya sido perfectamente informado sobre la  investigación del Consejo de Europa por la gran cantidad de topos amigos  de EE.UU. implantados en instituciones europeas, como han revelado los  archivos del Cablegate de WikiLeaks, cuando se reunió el verano pasado con el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, en la Casa Blanca. 
Biden  “reafirmó,” desvergonzadamente, “el pleno apoyo de EE.UU. para un Kosovo  independiente, democrático, íntegro y multiétnico”, y “reiteró el firme  apoyo de EE.UU. a la soberanía y la integridad territorial de Kosovo”,  según un comunicado de prensa de la Casa Blanca. 
Por cierto,  el vicepresidente “saludó el progreso del gobierno de Kosovo en la  realización de reformas esenciales, incluyendo pasos para fortalecer el  vigor de la ley”. 
Un modelo totalmente previsible si se considera la naturaleza ilegal del régimen en Washington. 
La ruta de la heroína 
Los  traficantes albaneses embarcan heroína proveniente exclusivamente de la  Media Luna Dorada de Asia Central. A un extremo está el puesto avanzado  de la droga de EE.UU. en Afganistán, donde la amapola se cosecha, se  procesa y se transborda a través de Irán y Turquía como morfina base que  luego se refina en el “producto” para su consumo en todo el mundo. De  ahí pasa a manos de los sindicatos albaneses que controlan la Ruta de  los Balcanes. 
Como informó el San Francisco Chronicle  en 1999, “los kosovares eran los señores reconocidos del tráfico,  reconocidos por haber apartado a las bandas turcas que habían dominado  durante mucho tiempo el narcotráfico a lo largo de la Ruta de los  Balcanes, y con la dirección efectiva de la red étnica albanesa”. 
Como informó en el año 2000 en Mother Jones  el periodista de investigación asesinado Peter Klebnikov, al aumentar  la presión en la guerra auspiciada por EE.UU. en Kosovo, “los  narcotraficantes comenzaron a proveer al ELK de armas obtenidas a cambio  de heroína de grupos criminales europeos orientales e italianos. Las 15  familias también prestaron sus ejércitos privados para combatir junto  al ELK. Vestidos con uniformes suizos nuevos y equipados de armamento  moderno, esos soldados destacaban entre los irregulares variopintos del  ELK. En general, fue un formidable paquete de ayuda.” 
A pesar de  miles de millones de dólares gastados en esfuerzos fracasados de  interdicción, esos modelos persisten actualmente, cuando más de 106  toneladas de heroína fluyen hacia Europa. El gobierno ruso se ha  alarmado tanto por la inundación de heroína que penetra sus fronteras  desde Asia Central y los puestos avanzados en los Balcanes, que algunos  funcionarios la han comparado con la “narco-agresión” estadounidense y  una nueva “guerra del opio”, según el informe del investigador Peter  Dale Scott. 
Scott afirma:  “Esas provincias” en Afganistán, “apoyan a los agentes pasados y  presentes de la CIA en el régimen de Karzai (encabezado por Hamid  Karzai, un antiguo agente de la CIA), incluyendo al hermano del  presidente, Ahmed Wali Karzai, un activo de la CIA, y Abdul Rashid  Dostum, antiguo activo de la CIA. En efecto, EE.UU. se ha aliado con una  facción de la droga en Afganistán contra otra.” Lo mismo se puede decir  de los activos de la CIA en Pristina. 
Como publicó la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen (UNODC) en su Informe Mundial de la Droga de 2010: 
Una vez que la heroína sale de  territorio turco, la eficiencia de la intercepción disminuye  significativamente. En los Balcanes se confisca relativamente poca  heroína, lo que sugiere que la ruta está excesivamente bien organizada y  lubricada por la corrupción… Otro hecho notable de la ruta de los  Balcanes es que algunas redes importantes se basan en clanes y en  estructuras de organización jerárquica. Los grupos albaneses, en  particular, tienen estructuras semejantes, lo que hace que sean  especialmente difíciles de infiltrar. Esto explica en parte su continua  participación en varios mercados europeos de la heroína. Las redes  albanesas siguen siendo particularmente visibles en Grecia, Italia y  Suiza. Italia es uno de los mercados más importantes de heroína en  Europa, y es frecuentemente identificada como base de operación para  grupos balcánicos que explotan la diáspora local. Según estadísticas de  confiscaciones de la OMA (Organización Mundial de Aduanas, N. del T.],  los albaneses constituyen el mayor grupo por su tamaño (un 32%) de todos  los arrestados por tráfico de heroína en Italia entre los años 2000 y  2008. El siguiente grupo identificado fueron los turcos, seguidos por  italianos y ciudadanos de países balcánicos (Bulgaria, Kosovo/Serbia, la  antigua República Yugoslava de Macedonia y en cierta medida Grecia).  Una serie de traficantes paquistaníes y nigerianos fueron también  arrestados en Italia. 
Como se ha  documentado durante décadas, los programas de desestabilización y  operaciones clandestinas de EE.UU. se basan en provocadores de extrema  derecha y señores de la droga (a menudo protagonistas intercambiables)  para facilitar el trabajo sucio. Durante toda su campaña en los  Balcanes, la CIA utilizó libremente esas redes preexistentes de la droga  para obtener armas para el ELK y suministrarle objetivos. 
Cuando los  socios en la OTAN Alemania y EE.UU. decidieron clavar una estaca en el  corazón de Yugoslavia durante los días alocados del triunfalismo  posterior a la Guerra Fría, su estrategia geopolítica no podría haber  tenido “éxito” sin la complicidad y la colaboración activa forjadas con  los rivales nacionalistas de Yugoslavia. Como señaló el periodista Misha  Glenny:
Lo más impactante de todo, sin  embargo, es cómo los gángsteres y políticos que avivan la guerra entre  sus pueblos cooperan en privado como amigos y estrechos socios en los  negocios. Los financieros y mafiosos croatas, bosnios, albaneses,  macedonios y serbios eran verdaderamente uña y carne. Compraban, vendían  e intercambiaban toda clase de mercancías, a sabiendas de que los altos  niveles de confianza personal entre ellos eran mucho más fuertes que  los lazos pasajeros del nacionalismo histérico. Fomentaban esa ideología  entre la gente común sobre todo para enmascarar su propia venalidad.  Como lo describió un comentarista, las nuevas repúblicas estaban  gobernadas por “un cártel paraestatal que había surgido de las  instituciones políticas, del Partido Comunista gobernante y sus  satélites, de las fuerzas armadas, de una variedad de fuerzas  policiales, de la mafia, de los intelectuales obsequiosos, con el  presidente de la República en el centro de la telaraña… El nacionalismo  tribal era indispensable para el cártel como un medio para apaciguar a  sus subordinados y como cobertura para la privatización ininterrumpida  del aparato estatal. (McMafia: A Journey Through the Global Criminal Underworld, Nueva York: Alfred A. Knopf, 2008, p. 27) 
Thaçi y otros miembros de su círculo  íntimo, afirma Marty, eran “comúnmente identificados, y citados en  informes secretos de inteligencia”, publicados por la agencia secreta  federal de inteligencia alemana, el Bundesnachrichtendienst o BND “como los más peligrosos de los ‘jefes criminales’ del ELK”, 
El relator  especial escribe que basados en la protección estadounidense para  consolidar el poder político, para así mantener el control sobre  corredores clave para el contrabando de narcótico y “después de tener  éxito en la eliminación, o en la intimidación para acallar a la mayoría  de los testigos potenciales y reales en su contra (tanto enemigos como  antiguos aliados), utilizando la violencia, amenazas, chantaje y  extorsión”, el Grupo Drenica de Thaçi ha “explotado su posición a fin de  aumentar su riqueza personal totalmente fuera de proporción con sus  actividades declaradas”. 
Por cierto,  múltiples informes preparados por la DEA, el FBI, el BND, el SISMI  italiano, el MI6 británico y el servicio de inteligencia griego EYP, han  declarado que los miembros del Grupo Drenica “son constantemente  mencionados como ‘protagonistas claves’ en informes de inteligencia de  estructuras de crimen organizado al estilo de la mafia de Kosovo”. 
Como han  documentado el Consejo de Europa y los periodistas de investigación, el  norte de Albania fue el emplazamiento no sólo de campos de entrenamiento  del ELK sino de centros secretos de detención donde prisioneros de  guerra y oponentes civiles del ELK fueron ejecutados y sus órganos  extraídos mediante cirugía para venderlos en el mercado negro  internacional. 
“La realidad es que las actividades  operativas más importantes emprendidas por miembros del ELK –antes,  durante, e inmediatamente después del conflicto– tuvieron lugar en el  territorio de Albania, donde las fuerzas de seguridad serbias nunca  fueron desplegadas”. 
El informe  señala: “Ha sido bien establecido que armas y munición fueron  contrabandeadas hacia partes de Kosovo, a menudo a caballo, a través de  rutas montañosas clandestinas desde el norte de Albania”, emplazamiento  de bases secretas de la OTAN, “sin embargo sólo en la segunda mitad de  1998”, escribe Marty, “el ELK logró su preeminencia en la percepción  internacional como vanguardia de la lucha de liberación kosovar albanesa  a través del apoyo explícito de potencias occidentales, gracias al  fuerte cabildeo de EE.UU.” 
“Lo que confunde particularmente”  escribe Marty, “es que toda la comunidad internacional en Kosovo –desde  los gobiernos de EE.UU. a las potencias occidentales aliadas y las  autoridades de la justicia respaldada por la UE– poseen indudablemente  la misma documentación abrumadora sobre la dimensión de los crímenes del  Grupo Drenica, pero nadie parece dispuesto a reaccionar ante una  situación semejante y llevar ante la justicia a los perpetradores”. 
La  indignación del relator especial es palpable: la ascensión de una  familia política criminal con profundas raíces en el narcotráfico  internacional y otros negocios ilegales, incluyendo el horroroso tráfico  en órganos humanos, lejos de ser un evento anómalo se ajusta  precisamente al modelo estructural del régimen capitalista en el período  contemporáneo. 
“Lo que hemos desvelado” nos informa  Marty, “es por cierto algo que no es completamente inaudito.  Conclusiones idénticas o similares han sido detalladas y condenadas hace  tiempo en informes de agencias claves de inteligencia y policía, pero  sin que se les haya prestado atención, porque los respectivos amos  políticos de los autores prefieren pasar desapercibidos y no decir nada,  supuestamente por motivos de ‘conveniencia política’. Pero debemos  preguntar ¿qué intereses podrían justificar una actitud semejante de  desdén por todos los valores invariablemente invocados en público?” 
Marty no  necesita ir más allá de los “amos políticos” de Washington en su  búsqueda de una respuesta a su pregunta, ya que siguen encubriendo no  sólo sus propios crímenes sino también los de las mafias globales que  hacen dócilmente lo que se les antoje. 
Como hemos  visto desde toda la segunda mitad del Siglo XX hasta ahora, poderosas  elites corporativas y financieras, las agencias militares y de  inteligencia y, a falta de un término mejor, instituciones “normales” de  gobiernos, son sobornadas por los mismos protagonistas deshonestos que  se benefician con las guerras y el caos que provocan para organizar  crímenes, “racionalizando” así estructuras criminales con términos más  favorables para los que están “al tanto”. 
En ese  sentido, la impunidad de la que gozan hasta ahora Thaçi y sus acólitos  sólo refleja la impunidad mucho mayor de la que gozan el Estado secreto  estadounidense y los poderosos protagonistas en las elites de EE.UU. que  se han beneficiado del trabajo sucio supuestamente realizado por el  primer ministro de Kosovo, y otros como él, que se cuentan entre los más  leales sirvientes del poder imperial. 
Tom Burghardt es investigador y activista basado en el área de la Bahía de San Francisco. Aparte de publicar en Covert Action Quarterly, y Global Research,  un grupo independiente de investigación y medios de escritores,  expertos, periodistas y activistas basado en Montreal, sus artículos  aparecen en Dissident Voice, The Intelligence Daily, Pacific Free Press, Uncommon Thought Journal, y el sitio en la Red Wikileaks. Es editor de Police State America: U.S. Military "Civil Disturbance" Planning, distribuido por AK Press y ha contribuido al nuevo libro de Global Research: The Global Economic Crisis: The Great Depression of the XXI Century. 
Tom  Burghardt is a frequent contributor to Global Research.  Global Research Articles by Tom  Burghardt
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