En la presente Legislatura se está produciendo una
indeseable avalancha de reformas legislativas, impuestas por el
Ministerio de Justicia en el ámbito de la Justicia. Dicha imposición se
está realizando sin consenso con el resto de fuerzas políticas presentes
en el Parlamento y despreciando los criterios técnicos de todas las
organizaciones representativas directamente implicadas en el posterior
desarrollo práctico de la reformas (jueces, fiscales, secretarios
judiciales, abogados, procuradores y funcionarios). Por supuesto,
despreciando los intereses más legítimos de los ciudadanos, que
desconocen alcance social de las reformas puestas en marcha por el
Ministerio de Justicia.
De esta forma, se disgusta a
la ciudadanía, que cada vez se siente menos representada en las
instancias que organizan la vida y la convivencia en el país y más
alejada del Ministerio de Justicia, al que día a día viene valorando más
negativamente. Pero al mismo tiempo, el Ministerio de Justicia,
centrando su actuación en un mero ejercicio del poder por la vía de la
imposición sin consenso y sin diálogo, olvida no ya la mejora efectiva
del sistema que administra, sino también las condiciones de vida en
general de los administrados y de todos los españoles.
La situación se ha agravado sensiblemente en los últimos meses, en los
que el discurso oficial ha ido por cauces y derroteros divergentes con
los problemas y sensibilidades sociales. En ningún momento se ha
atisbado en el ministro responsable la más mínima intención de
acercamiento al mundo real de la gente y al papel vital que la
Administración de Justicia juega en la democracia y en la defensa de la
libertad.
De hecho, el Ministerio de Justicia no ha
conseguido organizar un programa de reformas capaz de sintonizar con la
realidad social ni con la situación de la Justicia. Y, mucho menos,
capaz de entusiasmar a la sociedad con propuestas veraces, transparentes
y bien comunicadas para restablecer la estabilidad perdida, la
confianza y el empuje necesario con el que superar la gravísima crisis
económica, social y política en que está embarcada España. Una crisis
que no es necesario describir de manera más prolija, pues está en la
mente de todos y en todas las conversaciones.
El cuadro sintomático en materia de Justicia se resume, hasta el momento, en este conjunto de despropósitos:
- Intento de reforma del Consejo General del Poder Judicial, promovido
por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, con la finalidad de
cercenar la división de poderes y de quebrantar la independencia
judicial.
- Ley de tasas, con fijación de cuantías desproporcionadas, que atentan al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
- Privatización de la justicia, reduciendo las competencias del marco judicial y traspasándolas a otros colectivos.
- Inexistencia de inversiones en materia de justicia, donde se
mantienen ratios de población con jueces y fiscales en rangos ínfimos,
equiparándolos a niveles de países de segundo orden.
- Ausencia de agilidad en las normas procesales.
- Endurecimiento innecesario del Código Penal, donde se introducen
nuevos tipos penales, devenidos de asuntos puntuales con impacto en la
opinión pública. Esta reforma sobresaturará las Fiscalías y los juzgados
con competencias penales, con una reducción de los medios personales
para poder afrontar dichos asuntos.
- Carencia de
propuestas que solucionen las problemáticas mas acuciantes de los
ciudadanos como serían los desahucios hipotecarios.
- Falta de modernización en la Administración de Justicia.
En relación con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que
cumplirá su tramitación legislativa el próximo martes 18 de diciembre en
el Parlamento, denunciamos la falta de audiencia real que han tenido al
respecto las asociaciones profesionales correspondientes, su
inadecuación a las normativas europeas, su innecesaria tramitación por
vía de urgencia y, en definitiva, su imposición mediante un ejercicio de
fuerza sin escuchar a quienes, conocedores de primera mano de la
situación, van a proceder a su aplicación. Se trata de una
interpretación de la política que consideramos carente de sentido de
Estado.
Ante la falta de respuesta a nuestros
requerimientos por parte del Ministerio de Justicia, solicitamos el voto
negativo o la abstención de los grupos parlamentarios en la votación
correspondiente. Y anunciamos la promoción de todos los recursos y
procedimientos disponibles en derecho para que sea derogada lo antes
posible y sustituida por otra ley más razonable, más razonada y
debidamente consensuada, en coherencia con nuestro compromiso con la
Justicia y en defensa del interés general de la sociedad española.
Instamos tanto al Presidente del Gobierno como al Ejecutivo en pleno
que asuman un compromiso real en defensa de la Administración de
Justicia, para que esta pueda cumplir las elevadas funciones
constitucionales que tiene asignadas. Los representantes de las
asociaciones de jueces y de fiscales continuaremos reclamando soluciones
para que nuestro sistema judicial pueda seguir garantizando los
derechos fundamentales en el marco de nuestro Estado Constitucional.
Madrid, 17 de diciembre de 2012
ASOCIACIÓN PROFESIONAL DE LA MAGISTRATURA
ASOCIACIÓN JUDICIAL FRANCISCO DE VITORIA
JUECES PARA LA DEMOCRACIA
FORO JUDICIAL INDEPENDIENTE
ASOCIACIÓN DE FISCALES
UNIÓN PROGRESISTA DE FISCALES
ASOCIACIÓN PROFESIONAL INDEPENDIENTE DE FISCALES
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