Nota correspondiente a la publicación del día Viernes de 10 de Diciembre de 2010
18:17 - OPINION
Las recientes "revelaciones" de los documentos  de Wikileaks -se habla de 250 mil- están resultando un resumen de  informes de cartas de embajadores de Estados Unidos dirigidas al  Departamento de Estado, el cual seriamente debería proceder a analizar  la holgazanería de sus funcionarios, más que a preocuparse por los  contenidos, tan simplistas como vagos.
Estos reflejan nada más y nada menos que la simple función de recoger  información sesgada de fuentes opositoras a los gobiernos "enemigos",  tal como lo definen los fundamentalistas del sistema, e incluso a sus  propios aliados, nunca tan primitivas como en estos tiempos de la  intoxicación informativa. 
Esos mismos sectores reciben fondos  para competir a ver quién gana en el triste espectáculo colonial que  significa servir al imperio. 
La mayoría son además recogidas de  charlas y reuniones amistosas y otras con periodistas "cautivos" -un  eufemismo insólito para no decir lo que en realidad son o en todo caso  para qué utilizan a algunos- o políticos, empresarios y demás socios o  aliados, para sus guerras sucias.
El gran emporio imperial de  estos tiempos, escondido como el lobo feroz del cuento infantil de la  caperucita roja bajo el disfraz de globalizadores en pos de un supuesto  mundo igualitario, fueron tomando a lo largo de los años ´80 en el  esplendor del reaganismo y los ´90, en el gran avance de la caballería  neoliberal, los medios masivos de comunicación hasta hacerse de casi  todos a lo largo el mundo. 
Y muy fácilmente en los países más  empobrecidos -que no son pobres- como los latinoamericanos donde en los  años ´90 se intentó derrumbar ladrillo por ladrillo las conquistas  sociales, los avances de otros tiempos y la nuevas oportunidades  independentistas que habían ido surgiendo.
Con Europa prosperaron  las astucias coloniales, que disfrazadas de sociedades mutuas lograron  convertir a ese continente, casi en su conjunto, en otro gran Estado,  una estrella más en la bandera estadounidense, dependiente hasta la  indignidad.
Los viejos colonialistas, que asolaron África, Asia y  América Latina, fueron convertidos en obedientes socios y como  evidencian estos tiempos, con el riesgo de obediencia debida, la misma  con que se les impone obligar a sus poblaciones a regresar a etapas ya  superadas largamente.
Por eso todo lo que está sucediendo con la  oferta Wikileaks comienza a aparecer como otra escalada en las guerras  sucias y guerras sicológica, que son tan antiguas y predecibles que ya  son de manual.
En primer lugar habría que preguntarse si El País  de Madrid (España) y los "poderosos y serios periódicos" a los que los  documentos fueron entregados para su selección y publicación,  difundirían, por ejemplo, informes tales como las cantidades de dineros  que se giran de unos lugares a otros, bien lavados por los bancos del  sistema, para mantener el tipo de información unificada que todos ellos  publican en sus vergonzosas campañas contra determinados gobiernos.
Y  esas son campañas criminales porque se trata de accionar para colaborar  a la destitución y destrucción de gobiernos populares o menos  dependientes, para su desacreditación e incluso derrocamientos  violentos. Y en todos esos actos se va la vida de miles de personas.
Son  los mismos que activaron la propaganda de las mentiras que se  utilizaron para "justificar" lo injustificable como las invasiones de  Afganistán (2001), la de Irak (2003) que aunque no quieran decirlo esos  medios, han producido el primer gran genocidio del siglo XXI, y todas  las cometidas desde los tiempos de la expansión a finales del siglo XIX.
No  imagino a El País de Madrid publicando documentos sobre lo que hacen  las Fundaciones afines de la CIA y las instituciones de seguridad y  militares de Estados Unidos y sus espejos europeos. 
Y menos "las  ayudas" y "sociedades", con resultados criminales de los servicios de  inteligencia de Washington con los de Europa o el Mossad israelí.
Y  por lo tanto uno se pregunta: ¿tanto esfuerzo de los hackers de  Wikileaks al penetrar en esos codificados mundos del espionaje, para  luego entregarlos a los amigos de los espías para su  selección?Precisamente a los más beneficiados económicamente para  difundir esas mismas mentiras enlatadas y edulcoradas.
Es al  menos extraño, aunque desnuda de raíz la esencia perversa del imperio.  Aunque si cotejamos la información de decenas de formidables  investigadores, incluyendo a respetables estadounidenses, podemos  concluir que sin tanto bombo ni platillo en otros tiempos más sencillos  se logró reconstruir asombrosamente episodios trágicos que produjo la  política de Estados Unidos en nuestra región y en el mundo.
Otra  enseñanza es que todo lo avanzado en tecnología no parece servir al  imperio como le sirven los viejos servicios de inteligencia de las  pasadas dictaduras, que sobreviven y se reciclan por la impunidad  impuesta como un proyecto que se pactó con Washington. 
Sólo con  leer las acusaciones vergonzantes de esos grupos insertadas en la web o  traducidas periodísticamente por los escribas del imperio, a veces  terroristas devenidos en analistas internacionales, en los que es un  caso espejo el cubano-americano Carlos Montaner, y tantos más que sería  muy interesante enumerar aunque no aparezcan en los cables de Wikileaks.
Aunque  es bueno mencionar que un sólo libro pequeño o un artículo del querido y  recordado periodista argentino Gregorio Selser, que nunca tuvo la  oportunidad de asistir a una universidad, un hombre de prodigiosa  mirada, inteligencia y de humanísima generosidad y humildad, lograba  sintetizar más información sobre los eternos espionajes estadounidenses,  sus maniobras, estrategias y crímenes, que los centenares de documentos  publicados en una avanzada amarillista, que por lo pronto aparece como  destinada a crear desconfianza mutua entre gobiernos amigos y otros  "trabajitos" típicos de las guerras sucias.
Y aquellos no eran tiempos de avanzadas tecnologías ni de hackers.
El  también querido Juan Gargurevich de Perú o Ernesto Vera de Cuba, sólo  por poner algunos ejemplos, han logrado sintetizar con documentación y  perseverancia, entre otros temas, el origen y función que cumple la  otrora poderosa Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de cuya historia  en favor de golpes, invasiones, dictaduras, seguimos anotando hasta  estos momentos -y también lo haremos o lo harán en el futuro cercano-  nuevos capítulos asombrosos.
Aún me maravilla la voluntad y  capacidad de síntesis con que los equipos pequeños y sin grandes fondos  del gobierno de Evo Morales en Bolivia, han logrado reunir la  documentación y el seguimiento de los trabajos de la CIA y la DEA en  Bolivia y de las Fundaciones que se introducen como la cara social de  esos organismos de inteligencia e injerencia.
Los seguimientos en  estos casos permitieron a Evo Morales sustentar razones y causas para  pedir el retiro del embajador estadounidense Philip Goldberg, un experto  en dividir países y sembrar discordias para reinar mejor.
Y ni  qué decir de los investigadores cubanos, que en medio del sitio medieval  más grande de la historia mundial, como es el bloqueo de medio siglo de  Estados Unidos, logran acumular y clasificar una información encomiable  para saber a qué nos enfrentamos en América Latina y en el mundo.
Hay muchos nombres en toda América, en África y en el mundo.
Cómo  no recordar al querido Gerard Pierre Charles de Haití, o los  investigadores mexicanos, que nos han dado tantas luces. Así como los  medios que en todo tiempo han decidido jugar por la verdad al precio que  fuera. 
Un solo texto del comandante Fidel Castro denunciando  los peligros de nuevas guerras y de otras aventuras imperiales que  amenazan a los pueblos , todo ello dicho en buen lenguaje y  documentadamente, resulta sin duda un mensaje más esclarecedor y  preciso, que centenares de mediocres documentos.
Aunque éstos también siempre sirvan para algo.
Y hay que mencionar también a los nuevos jóvenes investigadores que están creciendo como hongos sanadores en el continente.
Tenemos  una historia riquísima en esto de reconstruir esa relación que marcó a  fuego el fin del siglo XIX y el XX entre Estados Unidos y América  Latina.
Lo que sí es cierto es que esta desesperada carrera  mediática por competir en la publicación de algunos de esos partes de  rayana mediocridad, y que en general consisten en preguntas o en dichos  en reuniones casi de camaradería y de espionaje barato, está quitando  espacio en estos días a una serie de noticias que dan cuenta de los  nuevos pasos criminales del imperio sobre nuestros países. Que el árbol  torcido no tape al bosque.
La llamada Guerra de Baja Intensidad  (GBI), totalmente reciclada para estos tiempos donde la información es  una de sus armas predilectas antes del primer disparo, está siendo  aplicada paso por paso, como en detalles. 
Y nuevamente a pesar  de tener en nuestras manos hasta el proyecto que se nos aplica con  índices numerados, no hemos podido adelantarnos a esos acontecimientos  no menores.
¿Qué les parece lo que surge de la cloaca que muestra  Wikileaks, cuyo presidente ahora está siendo juzgado como supuesto  "terrorista sexual" por la "oportuna" denuncia de una mujer de origen  cubano vinculada a las mafias terroristas cubano-americanas de Miami,  como lo señala detalladamente otro respetable investigador como es el  canadiense Guy Allard? 
¿Qué tal si como respuesta cada gobierno  de América Latina detiene por "traición a la patria" a los espías  locales y los canjea por los cinco cubanos detenidos y condenados  brutalmente en Estados Unidos por investigar y detectar los planes  criminales que preparaban los terroristas mafiosos de Miami protegidos  por ese país? Eran nuevos y temibles atentados contra el pueblo de Cuba y  también como se conoce ahora documentadamente -por las investigaciones y  documentos de la justicia cubana- contra varios gobiernos y pueblos de  Nuestra América, en "las rutas del terror" que se habían trazado.
Por  muy buenas causas, Sherezade, hija de un visir logró mantener su cabeza  y la de muchas mujeres pegadas al cuerpo, hasta doblar la voluntad del  sultán Shahriar, quien según la magia de esas historias colectivas de  Las Mil y una Noches, resentido por la infidelidad de una esposa amada,  tomaba jóvenes sólo por un día y las decapitaba al siguiente.
Hasta  que Sherazade -o como sea el subterfugio de esta joya de la literatura  universal en que se convirtieron los cuentos colectivos, cautivadores y  sin final- logró calmar la obsesión del sultán y arrancar lo mejor de su  alma, como recogen los textos de Las Mil y una Noches.
Cuidado  con que estemos todo un año o más prisioneros de los "documentos" que  decidan mostrar los periódicos del sistema, entretenidos en este caso no  como en la buena causa de Sherezade y su sabiduría ancestral y popular,  de magias adquiridas desde la realidad cotidiana, sino con otros  objetivos, para activar senderos de la guerra sucia. Es claro que aún  así esos documentos desnudan al imperio en su conjunto.
Saltando  de Las Mil y una Noches a Ernesto "Che" Guevara podríamos comenzar a  recordar el paso de embajadores de Estados Unidos en otros tiempos, como  Spruille Braden, Ernest Siracusa, John Negroponte, Robert Hill; y estos  son sólo nombres al azar para que exijamos la desclasificación de todos  los documentos que puedan mostrar a la luz del día los crímenes y la  perversidad del imperio - hoy decadente- y sus asociados.
Entonces  será una causa tan buena como la de Sherezade. No será casual tampoco  que las historias mágicamente irrepetibles de Las Mil y una Noches hayan  sido originalmente recogidas en la tradición de Persia, que es hoy  Irán, Afganistán, Irak y se habla también de Uzbekistán y Tajikistán y  otros. ¿No es un símbolo también de estos tiempos?
* Periodista.
TELAM
LA CONSTITUCIÓN ACTUAL PROHÍBE BASES MILITARES EXTRANJERAS EN TERRITORIO 
NACIONAL – Carlos Castro Riera
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