En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle. Gandhi.


domingo, 8 de abril de 2012

Del silencio cómplice ante el fascismo hoy en día



Nos cuestionaremos nosotros también en algún día la responsabilidad que tenemos al permitir lo que nos esta sucediendo actualmente en Europa, dejando que nos arrebaten los derechos conquistados y aún mas, permitir y financiar guerras en nombre de la libertad y la democracia que son una falacia ya que son para el enriquecimiento de las élites que dominan el mundo. Muertes por hambre, por falta de acceso a la salud y medicinas, porque le hemos esquilmado, contaminado sus recursos y desposeído de lo que les permitía vivir mas mal que bien y le cerramos las puertas a esta "culta y avanzada civilización".
No hemos sido capaces de mantener nuestros derechos duramente obtenidos por no molestarnos en ejercer nuestra ciudadanía, hemos dejado hacer a las instituciones que teníamos que vigilar sin oposición, la frase: "todos son iguales" justifica la ausencia de compromiso. Y con una ceguera casi total de lo que sucede fuera de nuestro mínimo mundo cotidiano.



PÁGINA ABIERTA


Iglesia Viva
Nº 249, enero-marzo. 2012
pp. 135-136
© Asociación Iglesia Viva
ISSN. 0210-1114



Poema y sermón de Martin Niemöller



Poema y sermón del silencio cómplice ante el nazismo
Martin Niemöller. Pastor luterano alemán (1892-1984)

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
   guardé silencio, 
   porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
   guardé silencio, 
   porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, 
   no protesté, 
   porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos, 
   no protesté, 
   porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme, 
   no había nadie más que pudiera protestar.

Este poema, que se han reproducido en diversas versiones, ha sido atribuido normalmente en lengua española al dramaturgo Bertold Brecht. Pero su autor es el pastor protestante Martin Niemöller quien tras un pasado de heroísmo en la primera guerra (su libro Del submarino al púlpito fue un éxito en 1933) y tras una primera acogida entusiasta del nazismo, se dio cuenta pronto de lo que le pedía su fe cristiana.
En mayo de 1934 estuvo entre los fundadores de la Iglesia Confesante –Bekennende Kirche– junto con Dietrich Bonhöffer y Karl Barth.
Pero, párroco de una importante feligresía en el centro de Berlin, Niemöller se mantuvo titubeante. Cuando Bonhoeffer exhortó a los cristianos a ayudar a los judíos, Niemöller le contestó que la iglesia tenía que preocuparse de su propia seguridad antes de alzar la voz por otros.
Pero su oposición al régimen fue haciéndose cada vez más decidida y el mismo Hítler, furioso por la actitud de abierta rebeldía del otrora elogiado héroe de guerra, ordenó su arresto el 1º de julio de 1937.
A partir de entonces, pasó ocho años en cárceles y campos de concentración nazis, con cuatro años de aislamiento, hasta que las tropas aliadas lo liberaron en 1945. Unas semanas antes habían ahorcado con cuerdas de piano a Dietrich Bonhöeffer.
En enero de 1946, los representantes de la Iglesia Confesante se reunieron en Frankfort para debatir su actitud en los tiempos de la dictadura y Niemöller subió al púlpito para pronunciar un sermón que después repietiría muchas veces. En la Semana Santa celebrada ese año en en Kaiserslautern dijo entre otras cosas en su sermón titulado ¿Qué hubiera dicho Jesucristo?:
Sí, Hitler atacó a los comunistas, pero ¿no eran ateos y revolucionarios?
Y sí, aniquiló a los incapacitados y los enfermos, pero ¿no eran una carga para la sociedad?
Y. claro, exterminar a los judíos era deplorable, pero los judíos no son cristianos, ¿verdad?
Y lo de los países ocupados era una lástima, pero por lo menos eso no ocurrió en Alemania ¿no es cierto?
Ninguna excusa justificaba todo eso.
No podemos negar la necesidad de expiación con la excusa de que “me habrían matado si hubiera hecho algo”.
Preferíamos mantener silencio. Está absolutamente claro que no somos inocentes y me pregunto una y otra vez: ¿qué habría pasado si en el año 1933 ó 1934, 14.000 pastores protestantes y todas las comunidades protestantes de Alemania hubieran defendido la verdad hasta la muerte? Si hubiéramos dicho: “No es correcto que Hermann Göring simplemente meta en campos de concentración a 100.000 comunistas para que mueran”. Puedo imaginar que tal vez 30.000 ó 40.000 cristianos protestantes habrían muerto, pero también puedo imaginar que habríamos salvado a 30 ó 40 millones de personas, porque eso es lo que el silencio nos costó.

Irónicamente, Martin Niemöller jamás escribió las palabras exactas del poema por el cual es famoso y que expresa sin embargo lo esencial de su predicación tras la guerra. La versión que citamos al principio es la versión aprobada por su viuda.


249] 135 iviva.org



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