Miércoles, 20 de Marzo de 2013 11:21  
    “Mucha gente pregunta por qué acá y no en otro país –señala 
Messuti–. Argentina abrió el camino jurídico poniéndose en consonancia 
con todas las normas internacionales para juzgar estos crímenes” 
Autor: Adrián Pérez - Fuente: Página 12
La querella argentina 
contra los crímenes del franquismo tomó un nuevo giro. Los abogados 
representantes de familiares y víctimas entregaron un escrito en el 
Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº1, a cargo de 
María Servini de Cubría, donde piden que la magistrada libre órdenes de 
detención internacional, con el fin de ser extraditados e indagados, 
para nueve españoles vinculados con el régimen de Franco. Se trata de 
funcionarios, ex jueces y policías acusados de diferentes crímenes. El 
suegro del ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, del gobernante 
Partido Popular, es uno de los acusados.
Junto a la abogada Ana Messuti, el 
abogado Carlos Slepoy, que llegó días atrás desde España para reunirse 
con Servini de Cubría, señala que todo comenzó con dos presentaciones 
particulares en Buenos Aires. La querella reúne hoy más de 150 
denuncias. “González Pacheco era una especie de Astiz, un torturador 
notorio del franquismo condecorado en democracia”, señala Slepoy. “Si se
 libran las órdenes de detención va a haber un clamor en toda España 
para que se los detenga y extradite a la Argentina”, augura el abogado.
Página/12 tuvo acceso, en exclusiva, a 
datos personales, las funciones que desempeñaron y los crímenes 
imputados a esos funcionarios. Rodolfo Martín Villa (79 años) fue 
ministro de Relaciones Sindicales, senador por designación real y 
diputado por Madrid. También presidió la Comisión de Justicia e Interior
 del Congreso. Lo apodaron “la porra de la Transición” por su saña en la
 represión de manifestaciones obreras y estudiantiles mientras era 
ministro de Gobernación. Roberto Conesa, conocido por sus brutales 
prácticas de tortura, estuvo bajo su mando. La Asociación de Víctimas 3 
de Marzo del País Vasco lo hace responsable de cinco muertes y más de 
cien heridos durante un ataque perpetrado en Vitoria en 1976.
El suegro de Ruiz-Gallardón, José Utrera
 Molina (87), es miembro de la Fundación Nacional Francisco Franco. 
Militó en el Frente de Juventudes, brazo del partido fascista. Gobernó 
Ciudad Real, Burgos y Sevilla y fue vicepresidente del Consejo Nacional 
del Movimiento hasta poco antes de la muerte de Franco. Se le imputa 
haber integrado el gobierno que sentenció a muerte a Salvador Puig 
Antich, asesinado a garrote vil. Es considerado colaborador necesario de
 ese crimen.
Miembro de la Real  Academia de Ciencias Morales y Políticas desde 2007, Fernando Suárez González 
(80) fue jefe en Oviedo del Sindicato Español Universitario, gremio 
fascista de afiliación obligatoria para los estudiantes. Se desempeñó 
como ministro de Trabajo hasta la muerte de Franco. Firmó la condena a 
muerte de cinco antifranquistas fusilados el 27 de septiembre de 1975. 
Rafael Gómez Chaparro Aguado (86) cerró el caso Montejurra, por el 
asesinato de dos militantes carlistas a manos de bandas parapoliciales. 
Fue juez de instrucción del Tribunal de Orden Público entre 1972 y 1977.
 Por lo menos tres testigos señalan que el juez desestimó sus denuncias 
por malos tratos y torturas. 
Jesús Cejas Mohedano (67) ingresó en 
1969 al cuerpo jurídico del ejército. En 2002, el Consejo General del 
Poder Judicial admitió su ingreso a la carrera de magistrado. Fue vocal 
del Consejo de Guerra que condenó a muerte a tres personas: José 
Humberto Baena Alonso fue fusilado el 27 de septiembre de 1975. Hasta su
 disolución en 1976, Juan Antonio González Pacheco (67) formó parte de 
la Brigada Político Social (BPS) que actuó como policía política de la 
dictadura. Acacio Puig Mediavilla, Antonio Chapero Varela y Silvia 
Carretero Moreno, entre otros, denunciaron a “Billy el niño” por 
torturas.
José Ignacio Giralte González (71) fue 
miembro destacado de la BPS hasta su disolución y comisario del Cuerpo 
Nacional de Policía. Al igual que Cejas Mohedano, fue acusado por 
numerosos testigos de torturas. Celso Galván Abascal (77) fue escolta de
 Franco y, más tarde, de la Casa Real. Lo denuncian por haber diseñado 
estrategias de sufrimiento. Jesús Muñecas Aguilar (74) ingresó a la 
Guardia Civil en 1961. Es dueño del Centro Hípico Valdemoro, donde en 
1994 homenajeó, junto con los guardias que lo acompañaron, a Antonio 
Tejero. También es sindicado como torturador.
Amnistía Internacional, Izquierda Unida,
 Bloque Nacionalista Galego, Esquerra Unida i Republicana, los 
sindicatos CGT, CC.OO. y UGT –entre otras fuerzas– apoyan a la querella 
argentina para que se investiguen esos crímenes. Desde un despacho 
atiborrado de documentos y nuevas denuncias, Slepoy considera que, en 
caso de concretarse, las detenciones pueden abrir paso al fin de la 
impunidad del franquismo. Para el abogado, sería ideal que los 
consulados argentinos en el exterior recibieran denuncias para 
remitirlas luego a España.
El balance de la reunión con Servini de 
Cubría, según Slepoy, fue satisfactorio. “Creo que la jueza es 
consciente de la trascendencia histórica de este procedimiento”, afirma.
 “Los argentinos tenemos al Che Guevara, a Messi, un papa: ahora 
esperamos tener un juez universal”, bromea. Se espera que en abril, 
cuando la causa 4591/10 cumpla tres años de iniciada, comiencen las 
videoconferencias entre Servini de Cubría y los denunciantes que se 
encuentran en España para agilizar los tiempos de la investigación.
“Mucha gente pregunta por qué acá y no 
en otro país –señala Messuti–. Argentina abrió el camino jurídico 
poniéndose en consonancia con todas las normas internacionales para 
juzgar estos crímenes”, responde. El viernes, Slepoy y el grupo de 
abogados que lo acompañan realizarán una conferencia de prensa a las 12,
 en la Asociación de Abogados de Buenos Aires, para comentar los avances
 de la querella.
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