En todas las  manifestaciones de repudio a la crisis mundial se denuncia a los grandes  Bancos privados (el Banco de la Reserva Federal de EEUU es privado),  como a los principales responsables de los peores males que aquejan a la  humanidad: Ecologicidio, desastres climáticos, guerras demenciales  (entre las recientes se hallan las de Irak, Afganistán y Libia),  desocupación creciente, desatención de la salud y la educación públicas,  cruentos conflictos interétnicos (sobre todo en África) y otros de  similar dimensión. Sin embargo, aún no se han unificado las consignas  que debiliten al capital financiero, alrededor del cual giran el FMI, el  Banco Mundial, la CIA, el Pentágono, la OTAN, gigantes medios de  comunicación como la CNN. la BBC, el New York Times, el Washington Post,  poderosas transnacionales, sus ONG, las compañías de trangénicos y los  traficantes de drogas, armas y seres humanos.
Se trata de un  proceso en el que se debe ir avanzando mediante decisiones públicas que  logren el cierre de los paraísos fiscales (debería masificarse esta  exigencia en las actuales marchas callejeras de España, Grecia, Portugal  o Irlanda), la total separación de la Banca de Depósito de la Banca de  Inversión (bolsas de valores), restricción al máximo del secreto  bancario, recuperación de los depósitos de los países periféricos en los  Bancos del primer mundo, creación de un nuevo sistema bancario  conformado por Bancos nacionales, estatales y locales, prohibición para  que los banqueros participen en los consejos de administración de  empresas industriales, comerciales y de servicios. Es vital detener la  especulación que hoy se produce con el dinero de los depositantes. Como  consecuencia inmediata, se produciría la contracción de los Bancos que  están asfixiando a la humanidad.
La mayoría de estas  restricciones estuvieron vigentes en EEUU hasta 1999 (gobierno Clinton),  a partir de l933, cuando el Presidente Franlin D. Roosevelt, las puso  en vigencia (Ley Glass-Steagal), para evitar que se repita la crisis  mundial de 1929. Sin embargo, como los Bancos japoneses y europeos no  tenían trabas aventajaron a los Bancos estadounidenses. Después de 1999,  Washington también liberalizó su sistema financiero, lo que permitió  que sus Bancos comerciales asumieran más riesgos y se fusionaran con los  Bancos de Inversión, facilitando el surgimiento de burbujas financieras  y la quiebra de grandes Bancos, que fueron “rescatados” con el dinero  de los contribuyentes. Importantes investigadores, como Michel  Chossudovsky, Lyndon Larouche, Walter Graciano, Michael Moore, Daniel  Estulín, entre otros, pusieron de relieve la inescrupulosidad del Grupo  Bildelgerg, los Morgan, Rockefeller, Lehman Brothers, Goldman Sasch y  sus socios y agentes.
El marxismo congelado entendió que sólo  vanguardias obreras, identificadas con la dictadura del proletariado, al  estilo estalinista, serían capaces de herir al sistema capitalista. Los  hechos cotidianos demuestran que las movilizaciones contra los Bancos  constituyen un singular punto de coincidencia entre multitudes de  indignados en Europa (donde muchas dirigencias sindicales siguen  hipotecadas a la social democracia), y los latinoamericanos que, a  través de UNASUR, buscan construir su Nación Continente. A ese esfuerzo  se suman los países árabes que repudian a sus monarquías digitadas por  las petroleras, en tanto en el Africa subsahariana se trata de acabar  con el saqueo y los genocidios
Los grandes Bancos, por su parte,  vinculan cínicamente su existencia a las libertades democráticas y los  derechos humanos. Pese al control mediático del que disponen, la  angustia de los desocupados, los echados de sus casas que siguen pagando  hipotecas, la indignación por la contaminación ambiental y la toma de  conciencia en el mundo periférico son realidades que los Bancos ya son  incapaces de ocultar.
Rebelión
 
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