Publicado el 10 de febrero de 2012
Por Amy Goodman
La cúpula de la Iglesia Católica lanzó el equivalente a una guerra
santa contra el Presidente Obama. El arzobispo Timothy Dolan hizo un
llamamiento a los miembros de la Iglesia a que le digan “a sus líderes
electos que quieren el reestablecimiento del derecho a la libertad
religiosa y de conciencia y que quieren la anulación de la normativa
sobre la anticoncepción”. Obama está siendo presionado para revertir una
reglamentación de salud que exige a las universidades y hospitales
católicos, al igual que a todos los empleadores, que brinden
anticonceptivos a las mujeres que tengan cobertura médica a través de
sus planes de seguro de salud. Bill Donohue, de la Liga Católica,
afirmó: “Vamos a combatir esto con demandas, con decisiones judiciales
y, ¿por qué no?, quizá también en las calles”. Luego de que la fundación
Susan G. Komen Race for the Cure revirtiera su decisión de quitar el
financiamiento a la organización de planificación familiar Planned
Parenthood tras las críticas recibidas, el gobierno de Obama debería
escuchar a la mayoría de los estadounidenses: Estados Unidos, incluso
los católicos, apoya fuertemente los derechos reproductivos.
Rick Santorum captó la atención de los medios esta semana tras su
victoria en tres estados. Exactamente una semana antes de las elecciones
primarias, el 31 de enero, Associated Press divulgó la noticia de que
la fundación Susan G. Komen Race for the Cure, una organización dedicada
a la prevención del cáncer de mama que cuenta con 2.000 millones de
dólares de fondos anuales, había adoptado políticas tendientes a negar
financiamiento a las clínicas que forman parte del programa Planned
Parenthood para realizar estudios vinculados al cáncer de mama, en
particular a mujeres que carecen de seguro de salud. Una de las
principales responsables de la decisión fue la flamante vicepresidenta
de Komen, Karen Handel, cuya campaña como candidata a gobernadora de
Georgia en 2010 incluía en su plataforma política el retiro del
financiamiento a Planned Parenthood. Las reacciones no tardaron en
llegar: fueron amplias e implacables. El 3 de febrero Komen revirtió su
decisión y el 7 de febrero Handel renunció a Komen.
A esto se sumó la noticia de que el Departamento de Salud y Servicios
Humanos de Estados Unidos hizo pública una reglamentación que exige a
los planes de seguro de salud ofrecidos por los empleadores que brinden
métodos anticonceptivos. Esta decisión avivó aún más la polémica. Para
rematar, el día de las elecciones primarias, el Tribunal de Apelaciones
del Noveno Circuito de Estados Unidos revocó la controvertida
Proposición 8, que prohibía los matrimonios entre personas del mismo
sexo en el estado de California.
Para Santorum, que se enfrenta en las primarias a Mitt Romney, “la
tercera fue la vencida”. Como católico conservador y padre de siete
hijos, Santorum ha librado desde hace tiempo una guerra cultural que se
centra en el matrimonio, el aborto y el sexo. Incluso llegó a comprar en
una ocasión a la homosexualidad con la bestialidad.
Según el independiente Guttmacher Institute, que estudia temas
relacionados con la salud reproductiva a nivel mundial, en Estados
Unidos “de todas las mujeres que han mantenido relaciones sexuales, el
99 por ciento ha utilizado un método anticonceptivo alternativo a la
planificación familiar natural. Esta cifra permanece prácticamente
invariable en el caso de las mujeres católicas (98 por ciento)”. Según
una encuesta realizada por el Instituto Público de Investigación
Religiosa, un 58 por ciento de los católicos considera que los
empleadores deberían brindar planes de asistencia de salud a sus
empleados que incluyan la cobertura de métodos anticonceptivos.
Los activistas católicos que reconocen el amplio uso de la
anticoncepción entre sus fieles a pesar de la prohibición oficial
sugieren que las mujeres pueden acceder a los métodos preventivos “en
cualquier otro lado”. ¿Y si no pueden pagarlos? Loretta Ross,
coordinadora nacional del SisterSong, Colectivo por la Justicia
Reproductiva de las Mujeres de Color, me dijo: “Esta norma realmente
permite que las mujeres de bajos ingresos que dependen de la asistencia
de salud tengan acceso al control de natalidad, las mujeres negras, en
particular. Y también es preciso señalar que la libertad de religión
también implica libertad de la religión y si no quieres usar métodos
anticonceptivos, no estás obligada a comprarlos ni a usarlos. Pero no
impidas que otras mujeres que sí quieren utilizarlos y que no pueden
pagarlos accedan a ellos”.
Una solución posible al debate proviene de un lugar inesperado.
Michael Brendan Dougherty, comentarista católico, estaba en la iglesia
hace un par de semanas cuando escuchó al cura leer la carta del
Arzobispo Dolan que alienta a los católicos a oponerse al presidente.
Dougherty, que apoya la oposición de la iglesia a la reglamentación
sobre anticoncepción, me dijo que un sistema de salud de pagador único
resolvería el problema: “Resolvería este problema de la conciencia en
particular, como sucedió en Europa. A los arzobispos no les gusta que el
gobierno subvencione el aborto ni la anticoncepción, pero no están del
todo enfurecidos porque no se les pide que cooperen formalmente con
cosas que consideran pecaminosas”.
Loretta Ross está de acuerdo con la implementación de un sistema de
salud de pagador único, pero también lanzó una advertencia: “No se metan
en nuestros dormitorios, salgan de esta conversación con la que
intentan simplemente ocultar su guerra contra las mujeres, primero con
toda esta retórica sobre la libertad religiosa y el cuidado del embrión,
pero no solamente, ya que ahora el ataque contra la anticoncepción
también sostiene que se está atacando al niño que aún no ha sido
concebido. ...No vamos a quedarnos de brazos cruzados. Y como lo
demostró la lucha contra la Fundación Komen, somos una fuerza de armas
tomar. Y vamos a trabajar para fortalecer la postura del Presidente
Obama de apoyar el acceso a los métodos anticonceptivos”.
Democracy Now
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
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