Los paraísos existen y su listado es extenso, pero  disfrutar de sus ventajas sólo está al alcance de las personas o  empresas que gozan del mayor nivel de riqueza. Los paraísos fiscales,  jurisdicciones especiales ubicadas en territorio continental o en islas  lejanas y exóticas, ofrecen a las mayores fortunas del mundo condiciones  favorables para atraer su capital. Ventajas como el secreto bancario,  un tipo impositivo muy bajo o inexistente para los no residentes, la  ausencia de cooperación con las autoridades de otros estados y una  desregulación general que posibilita que el dinero fluya con rapidez y  escape al 'engorroso' control de las haciendas públicas de los estados  tradicionales.
La evasión fiscal y la fuga ilícita de capitales son un  problema que pasa factura a la economía global, como quedó patente en el  inicio de esta crisis y en las sucesivas cumbres del G-20, que han  debatido fórmulas para atajarlas. Es muy difícil calcular la cantidad de  dinero que mueven este tipo de jurisdiciones, las preferidas por  algunas multinacionales, bancos e incluso redes criminales y grupos  terroristas para amasar o blanquear sus ganancias.
Tax Justice Network, una coalición de ONG dedicada a  promover la transparencia fiscal, sostiene que un tercio los activos  globales y más de la mitad del comercio mundial pasa por paraísos  fiscales. Estima que el importe total de los fondos depositados en  jurisdicciones secretas es de 11,5 billones de dólares, lo que provoca a  los estados una pérdida de ingresos fiscales sobre la renta de dichos  activos de unos 250.000 millones de dólares.
Eso es cinco veces más de lo que el Banco Mundial estimó  en 2002 que necesita la ONU para implementar los Objetivos del Milenio y  reducir a la mitad la pobreza del planeta. Ese capital también bastaría  para sufragar el coste de transformar las infraestructuras energéticas  del mundo para hacer frente al cambio climático.
 Cada vez hay más 
El número de paraísos fiscales se ha triplicado en las  últimas décadas y ha pasado de 25 en los años setenta a unos 72 en la  actualidad, según explica el investigador José Luis Escario, coordinador  del área Unión Europea de la Fundación Alternativas, en su estudio 'La  lucha contra los paraísos fiscales y la evasión. Avances desde la cumbre  del G-20 de Londres y próximos desafíos'.
El trabajo, un informe pormenorizado sobre este fenómeno  que verá la luz en forma de libro el próximo 19 de mayo, detalla cómo la  mayoría de estos territorios están interrelacionados con los  principales centros financieros mundiales, lo que ha ayudado a agrandar  la crisis y a debilitar a algunos estados.
«La intencionadamente laxa regulación en los paraísos  fiscales ha facilitado la expansión mundial de productos financieros de  alto riesgo y ha vuelto muy difícil calcular la salud de las  instituciones financieras con actividades y activos en estos  territorios», señala Escario.
Los esquemas fiscales de muchos de esos territorios,  ansiosos por atraer capital, acentúan también la «competencia fiscal  dañina» y desleal entre estados. Un buen ejemplo es la hoy maltrecha  Irlanda, que durante los años de bonanza atrajo gran número de  inversiones de multinacionales gracias a su bajísimo impuesto de  sociedades (12,5% de los beneficios, frente al 30% de media en el resto  de Europa).
Pero eso no es todo. La fuga de capitales empeora,  además, el déficit de los países y les obliga a recurrir a préstamos del  exterior, y a la larga a subir los impuestos a sus ciudadanos y a  recortar gasto social. En el caso de Europa, la espiral ha llegado a  poner en cuestión la viabilidad de su modelo de bienestar. En los países  en desarrollo el impacto es aún más fuerte, pues sus finanzas dependen  en mayor medida de los impuestos de las multinacionales. Esos recursos  provenientes del pago de tributos no pueden reemplazarse por otras  fuentes de financiación como la ayuda oficial al desarrollo o la deuda,  dependientes ambas de factores externos y, por tanto, más volátiles.
 Países en desarrollo 
Global Financial Integrity calculó en otro informe  reciente que los flujos ilícitos que salieron de países en desarrollo  aumentaron desde 1,06 billones de dólares en 2006 a 1,26 billones en  2008. Las implicaciones de esas 'fugas' sobre la economía son profundas:  el importe es diez veces superior al de la ayuda oficial al desarrollo  destinada a países necesitados. Eso significa que por cada dólar de  ayuda que llega a esos países, diez dólares se escapan a través de los  canales ilegales. Pobreza, atraso y falta de acceso a recursos básicos  como sanidad y educación son su consecuencia más dramática.
La lucha contra las prácticas nocivas de los paraísos  fiscales cobró gran relevancia durante la última recesión, en particular  en la cumbre del G-20 de Londres (abril de 2009). Sin embargo, José  Luis Escario detecta que desde entonces se ha producido «un paulatino  desvanecimiento» del impulso inicial.
Entre las soluciones que propone este experto para luchar  contra los territorios no colaboradores está la confección de listas  'negras', la mejora de la cooperación y el intercambio de información  entre los estados y la implantación de un sistema de sanciones  colectivo, más disuasorio que el actual sistema, que deja en manos de  cada gobierno la iniciativa de proponer, de forma particular, 'castigos'  a este tipo de territorios.
Contar conmigo... quedo a vuestras gratas ordenes... VALIENTES!!!
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