En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle. Gandhi.


viernes, 12 de agosto de 2011

El azote del hambre Un 10% de latinoamericanos lucha a diario por subsistir

El crecimiento económico no consigue erradicar el hambre en la región

El barrio de Miraflores de Lima es uno de los circuitos sibaritas más recorridos de América Latina. En sus cuadras, y un poco más allá, en San Isidro, se concentran algunos de los restaurantes de la llamada «nueva cocina peruana», tan sofisticada como excluyente. En esas mismas cuadras, la embajada de Brasil acaba de montar una exposición con 50 fotografías sobre la inseguridad alimentaria. El contraste no podría ser más elocuente. La muestra Sembrando vida, impulsada por la FAO, pone en imágenes lo que va más allá de los datos. Hombres, mujeres y niños en su lucha cotidiana por la subsistencia. Esas fotos descarnadas representan a 52,4 millones de personas, un 10% de la población para los que el hambre es su comida diaria.

 
La región tiene una oferta de alimentos que excede en un tercio las necesidades de su gente. Sobran las proteínas, hidratos y calorías. Pero el flagelo está a la vuelta de la esquina. Y eso que América Latina ha tenido en la última década importantes tasas de crecimiento, y ha mejorado levemente la distribución de la riqueza. Sin embargo, el camino por recorrer es extenso y empinado.

NUEVO FRENTE DE PELIGRO / El alza de los precios internacionales de los productos primarios ha añadido un nuevo frente de peligro. Los gobiernos se vieron obligados a redoblar su apoyo a la producción y activar mayores mecanismos de protección social que garantice la disponibilidad de comida. Pero no todos los países pueden afrontar las circunstancias de la misma manera porque dependen de su capacidad de financiación. El mapa del hambre dibuja contornos desiguales en un vasto territorio marcado por la paradoja y la desigualdad. No todos atraviesan las mismas circunstancias. Los más expuestos son aquellos que necesitan abastecerse de alimentos básicos en el mercado externo y tienen limitados recursos públicos para el fomento a la agricultura.
La FAO ha clasificado a los países de la región según su grado de vulnerabilidad. Costa Rica, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay son los menos frágiles. México, Panama, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela tienen una «vulnerabilidad media». Bolivia, Paraguay, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y los países del Caribe, donde el 26% de la población vive al día con 1,25 dólares, son considerados de «alto» riesgo. Haití presenta la más alta tasa de malnutrición, con 46% de sus habitantes en ese estado. Guatemala es el país con mayor desnutrición crónica. En Bolivia, el flagelo llega al 27%.

A pesar de estas cifras aterradoras, la FAO ha fijado el 2025 como el año en el que debería erradicarse el hambre de la región. «Creemos que es posible», ha dicho el nuevo titular del organismo, el brasileño José Graziano da Silva. Para Graziano solo falta que «los países de la región aseguren un presupuesto estable» para cumplir los objetivos.

Graziano fue el representante regional ante la FAO y, en el 2003, el impulsor del programa Hambre Cero con el que se inició el primer Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Esa iniciativa después formó parte de un programa más ambicioso, Bolsa Familia, un subsidio que en los hechos funciona como una transferencia de renta que beneficia a 44 millones de brasileños. Brasil ha llevado adelante otras políticas innovadoras como la creación del Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
Además de Brasil, otros tres países incorporaron el derecho a la alimentación en sus legislaciones: Argentina, Ecuador y Guatemala, mientras que El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua y Perú están en proceso de aprobar normas similares. «En todos los países de la región hay una gran dispersión de programas. Hay muchos que son pequeños, del Gobierno, un ministerio o una municipalidad, de una iglesia, pero no hay una coordinación de esos esfuerzos», ha señalado Graziano.
 
ABEL GILBERT
BUENOS AIRES


El Periódico

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